domingo, 17 de diciembre de 2017

El frío te jo...

 A pesar de que aprecio mucho el paisaje del Free State, con sus espacios abiertos, colinas mínimas y aves marrones que siempre suponen un reto de identificación, llegué a España con bastantes ganas de ver monte y árboles, además de gente (y mar, claro. Pero eso, Raúl, dentro de unos días...). Y aunque el frío no es poco y aún no ha llegado mi maleta, decidimos ayer Raquel y yo que la mejor forma de reencontrarnos y de dar cumplimiento a mis deseos a un tiempo era subir a la Sierra.

 Pertrechado pues con ropa de campo vieja de su hermano, y con el auxilio de mi mal móvil para ilustrar esta entrada, subimos ayer al valle de Rascafría, y monte arriba después paralelos al arroyo de La Angostura. Poco movimiento de aves, claro, como toca en inverno (y además cuando uno se pone de charla presta menos atención), pero los reclamos y siluetas familiares de mitos, herrerillos capuchinos y carboneros garrapinos siempre le alegran el corazón a uno, a lo que también ayuda el paso constante de buitres negros sobre la cabeza, aunque sea de manera fugaz, entre las copas de los árboles.

 Ascendimos por una pista forestal que no ofrecía mayor dificultad que la del propio desnivel hasta que ya la masa forestal empezaba a clarear y el suelo en las cunetas aparecía tiznado de nieve, allí donde en el sotobosque, a la sombra de los pinos de Valsaín, sobreviven los relictos de épocas más frías y latitudes más norteñas: acebos y tejos.

Y en un rodal de tejos extraordinariamente grandes y añejos buscábamos en concreto uno que los avejentaba a todos: el de Barondillo, nacido prácticamente a la par que el Salvador, por lo que resultó una excursión de lo más adecuada para estas fechas. Poco le di las gracias a Raquel, que encima la pobre no pudo ni ver el tejo, pues a falta de cien metros escasos para llegar un arroyo y canchal de piedras congeladas y resbaladizas hicieron que pudiese mas el miedo a descalabrarse que las ganas de culminar la ruta. Pobre consuelo debió de ser, me temo, pasar el día conmigo...

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