viernes, 8 de diciembre de 2017

El diamante al hoyo y el vivo al pollo

 Resulta curioso pensar en que el principal reclamo turístico de Kimberley sea, como dijo Carmen, que no haya algo: el Big Hole ("Gran Hoyo"), que ocupa varias hectáreas y profundiza hasta más allá de los 200 m, es el mayor agujero excavado a pico y pala.

 Agujero que en su momento no fue tal, sino una colina. Una colina de roca volcánica en la que los hijos de los granjeros que vivían en la por entonces despoblada región encontraron unos cristalitos que añadir a su colección de minerales. Cristalitos que resultaron ser diamantes, y a cuyo llamado acudieron buscadores de fortuna de toda Sudáfrica y más allá, en un calco total de las fiebres del oro de otras regiones del mundo.


Kimberley pasó así de "no ser" (apenas una granja de ganado) a ser la mayor ciudad del interior de la región, y actual capital de la provincia del Northern Cape, despoblada en su mayor parte. Kimberley está justo en la frontera de dicha provincia con nuestro Free State, y desde Bloemfontein la ciudad, a la que fuimos a pasar el sábado de la semana pasada, nos queda bastante cerca.

 La vida en las minas a finales del S. XIX no era fácil, y menos en una región prácticamente desértica como esta, pero aún así era más fácil para algunos que para otros, y los trabajadores negros, que acabaron viviendo casi esclavizados, encerrados cada día en barracones donde se les vigilaba como en la cárcel para que no robasen nada, son los que más mérito tuvieron a la hora de transformar la colina en hoyo.
Al principio la superficie de terreno se dividió en suertes que cada uno podía comprar y donde ponerse a picar piedra, a la búsqueda del brillo revelador. Con el paso de los años, las producción de diamantes accesible desde la superficie comenzó a disminuir...

 ... y paralelamente fueron desarrollándose en Kimberley, a base de ensayo y (mucho) error, las técnicas de minería subterránea más o menos moderna.

 El Hoyo y las antiguas instalaciones mineras se han convertido ahora en un museo de la historia de la zona y de la minería; bastante pintoresco, como podéis ver en las fotos, y además entretenido de visitar, por mucho que uno no deje de pensar en lo absurdo que puede llegar a ser que una piedra, cuya única utilidad es ser bonita, haya movido tales fortunas y causado tantas miserias a tanta gente. Recordé entre otras cosas aquí algo que, supongo, aprendí en primero de carrera, en geología: que los diamantes se forman en las capas más profundas de la corteza terrestre, el único lugar donde se dan las condiciones de presión y temperatura necesarias para que algo tan anodino como la mina de un lápiz cristalice y multiplique exponencialmente su valor. Y dependen luego para ser hallados de que el magma de alguna erupción volcánica los arrastre a la superficie, donde quedan a la espera de que alguien los descubra, ya incrustados en la roca, ya entre las arenas de los ríos cercanos, cuando esas rocas se han ido deshaciendo debido al paso del tiempo.

Rodeando la zona de minas, una serie de edificios históricos trasladados a la zona, que permiten hacerse una idea de cómo era Kimberley hace cien años, forman también parte de la exposición, en la que pasamos una mañana muy agradable. Tal vez yo más que mis compañeros, pues sabía que las paredes del Hoyo albergaban una colonia de vencejos de Namibia Apus bradfieldi, a los que no tardé en detectar mientras estábamos asomados al abismo. Y no tendría que haberme alegrado tanto, pues enseguida ataron cabos y se dieron cuenta de que "nos has liado para venir hasta aquí no para ver un **** agujero, ¡sino por tacharte un &*#&* pájaro, que es aún peor...!". Je, y más pájaros que nos quedaban por ver por la tarde, aunque ya no fueran nuevos...

1 comentario:

  1. ...lo absurdo que puede llegar a ser que una piedra, cuya única utilidad es ser bonita, haya movido tales fortunas y causado tantas miserias a tanta gente...
    Y tanto, amigo :(

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