viernes, 10 de noviembre de 2017

El cazador cazado, o el parasitólogo parasitado

Bueno... parece que se cuece otro muestreo, ¿no? En menos de una semana volvemos al Kruger, a coger pajarillos... o eso creo; la verdad es que mi jefe es algo caótico, y no tengo muy claro ni cómo vamos a ir, ni muy bien a hacer qué. Pero ir, anirem; y si no cogemos pájaros, espero al menos sí ver/fotografiar/y sobre todo tacharme muchos. Y por otra parte, lo que espero no coger, es malaria: estamos ahora camino del verano, la época cálida y húmeda en la que los mosquitos se crían como moscas; y el Kruger está lo suficientemente al norte como para que ser zona potencialmente peligrosa. De modo que aunque al haber en el parque mayormente turistas bien saneados el riesgo de trasmisión no es mucho, yo voy preparado con mi profilaxis: pastillas para tomar cada día antes, durante y después del viaje que maten los bichillos que algún mosquito pueda escupirme dentro. Aunque no os negaré que, tras casi diez años viviendo (profesionalmente) de estos bichos, como que me da pena no devolverles ahora el favor. Por no hablar del caché que da decir eso de "... y ahí fue la primera vez que tuve malaria...", que te hace parecer lo menos un De la Quadra-Salcedo....

En fin, pero las pastillas las compré, al menos esta vez. Y fue gracioso: la farmacia a la que fui estaba dentro de una droguería grande, y en el mostrador en sí no tenían cajas registradoras. Tenías pues que ir a pagar a las cajas centrales, junto a la puerta, y para evitar que te entrase la tentación de salir corriendo con las pastillas...

... pues te las encerraban en una jaulita así como de ir a capturar topillos. Qué país más absurdo a veces, y qué mono.

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