viernes, 15 de septiembre de 2017

El jardín, ladera arriba

Ayer jueves con los alumnos no nos quedamos mucho abajo junto al laguito, que a fin de cuentas habíamos venido a ver zonas áridas. Y ya veis en la foto que, sacando la parte irrigada del jardín (la masa boscosa de abajo), el Free State es más bien árido; tanto más ahora que estamos ya hacia el final de la estación seca, y con unas temperaturas casi diez grados más altas que las medias para esta época.

¿Qué pululaba por aquí arriba? Pues aves más bien pocas, por no decir que apenas ninguna; claro, a quién se le ocurre subir aquí a las dos de la tarde con toda la solana, solo a mi jefe... Me dio la vida al menos para tacharme una prinia pechinegra Prinia flavicans despistada que se puso a tiro de prismáticos, que no de cámara. Entre las matas de hierba seca asomaban aquí y allá las espiguillas florales de algún áloe desconocido para mí y sin su cortejo de suimangas, que lo hubiera hecho mucho más interesante...

Una mata de euforbia lápiz Euphorbia mauritanica, que me recordó un poco a sus primas las tabaibas canarias. El arbusto del fondo, por cierto, es un acebuche; que a mayores de en la cuenca mediterránea se los encuentra uno un poco por todas las regiones medio secas de África.

 Un bicho, por fin, compensando con su abigarrado aspecto la ausencia general de fauna: un saltamontes espumador Dictyophorus spumans, grande como una langosta, áptero y rematadamente torpe. Pero tampoco necesitas ser un atleta consumado si eres tan tóxico como él; el colorido que se gasta no deja lugar a dudas. Se pasan estos saltamontes la vida comiendo plantas venenosas, cuyo veneno aprovechan luego en beneficio propio, segregándolo a modo de espuma cuando alguien, algún daltónico supongo, les toca las antenas...

 Uno de los pocos arbolillos que no tengo problema en identificar aquí, por lo peculiar que es, un (y traduzco el nombre inglés) "árbol repollo de montaña" Cussonia paniculata, de la familia de las hiedras, con unas hojas como palmeadas y de borde serrado muy grandes y distintivas, de tono gris azulado.

 En otro árbol repollo de estos descubrí un pájaro carpintero que se lo estaba pasando pipa a base de dejarlo como un colador. A pesar de que no conseguí hacerle ninguna foto decente, me fui para casa la mar de ilusionado, con la esperanza de que (como os dije ayer) al tirar de fotos y guía resultase ser algo nuevo. Pero para mí gran decepción era "solo" un pito cardenal Dendropicos fuscescens: uno de los pájaros carpinteros más extendidos por toda África subsahariana, y que de hecho me había tachado ya en el Kruger. Para colmo de males, y también para tranquilidad mía futura cuando vea un pájaro carpintero en peores condiciones, resulta ser además la única especie que se encuentra en esta bendita ciudad.

Esta ciudad que, por su situación céntrica, ha sido siempre una joya muy deseada, y no solo para hacer postdocs: a lo largo de buena parte de la ladera corría un muro de piedras bastante pesadas de dolerita; un parapeto militar recuerdo de la segunda guerra anglo-bóer, que terminó con victoria para los ingleses y posterior incorporación de toda Sudáfrica al Imperio (aunque no por mucho tiempo). Tras tomar la ciudad sin mucho esfuerzo en 1900, los simpáticos británicos (iba a escribir "ingleses", pero luego me acordé) establecieron en ella un campo de concentración de mujeres y niños africáners de donde salieron pocos con vida. Empezaba ya bien la historia del país...

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