miércoles, 21 de diciembre de 2016

Solnhofen (Go East, V)

Acostumbrados a recordar y pronunciar de carrerilla nombres más largos que un día sin pan, para los que fuimos niños-paleontólogo Solnhofen es un nombre sencillito, de los que vienen a los labios con suavidad. Y además, cargado de "recuerdos"...

 Las canteras de caliza de Solnhofen, en Baviera, comenzaron a formarse a finales del periodo Jurásico, a partir de los sedimentos depositados en el fondo de una zona marismeña; sedimentos que fueron rodeando, atrapando y protegiendo una serie de restos biológicos que sorprende por su diversidad. Hay peces, muchos, claro...

 ... pero en general todo tipo de animales acuáticos. Lo que más llama la atención de este yacimiento, además, es el excepcional estado de preservación de todos los restos, que invita a los científicos a pensar en que el fondo de esta zona palustre debía de ser anóxico y especialmente hostil a la vida, impidiendo que criaturas carroñeras destruyesen los cuerpos de los animales que iban muriendo y descendiendo hasta el fondo.

 No sólo hay criaturas acuáticas, sino también terrestres...

 ... e incluso voladoras. Escamas, antenas, las alas membranosas de esta libélula, el contenido estomacal de muchos otros ejemplares... todo, todo se ha preservado tan bien que no es de extrañar que, paseando por entre las vitrinas del Museo, reconociese enseguida algunos de los ejemplares, tras haberlos visto tantas veces en fotos y dibujos en mis libros de pequeño:

 Ejemplares como este pterosaurio, el Rhamphorhynchus muensteri, donde se ven sin problemas las alas de piel y el timón del extremo de la cola...

 ... o este otro, un Pterodactylus kochi, del tamaño de un mirlo. Pero era otro El Ejemplar, con mayúsculas: otro organismo alado que dio fama mundial al yacimiento...

 ... y que tenía, como corresponde a las grandes estrellas, su propio camerino...

... el espécimen de Berlín de Archaeopteryx lithographica, "la" Archaeopteryx por antonomasia. El bicho cuya postura inspiró al Antón preadolescente un baile que, de repetir ahora, creo que me haría romperme algo... Como ya os dije hace algunas entradas, lo mejor de Berlín me lo encontré de puertas para adentro.

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