domingo, 18 de diciembre de 2016

La Formación Tendaguru (Go East, IV)

Me temo que, aunque lo sienta, no voy a disculparme más por no actualizar con la regularidad que a vosotros y a mí me gustaría: entre el laboratorio y otros asuntos varios estoy la mar de entretenido, pero como contrapartida a todo no me da tiempo. Paso pues sin más a comentaros una de las dos cosas que más me gustaron de nuestra visita en Berlín al Museo de Historia Natural: los dinosaurios de la Formación Tendaguru.

 Como os comenté en la entrada anterior de la serie berlinesa, este museo alberga una colección importante de especímenes, actuales y extintos, de las colonias alemanas africanas; entre ellos, los numerosos fósiles de dinosaurios de finales del Jurásico desenterrados en el yacimiento de Tendaguru, en la costa de la actual Tanzania, entre 1909 y 1912: gran cantidad de restos que permiten hacerse una idea del ecosistema al completo, con sus especies adaptadas a consumir diferentes tipos de alimento, repartiéndose el espacio.

 Los gigantes, por ejemplo, venían en "dos modelos": los braquiosáuridos como Giraffatitan, cuya cabeza se alzaba muchos metros por encima de las nuestras, podían entretenerse picoteando entre las ramas altas de los árboles...

 ...mientras que, a pesar de tener una longitud en metros equivalente, la postura natural de los diplodócidos, más horizontal, les permitiría acceder más cómodamente a estratos inferiores de la vegetación.

 Correteando entre sus pies y empequeñecidos a su lado, pero todavía enormes para nosotros, otros dinosaurios herbívoros como el Kentrosaurus se ocupaban por fin de peinar el terreno a ras de suelo. Defendidos por su propio gigantismo, los saurópodos de las fotos de arriba no cuentan con elementos defensivos especialmente aparentes; no así este pequeñuelo, que no hace nada por ocultar todas sus espinas...

 ... y motivos no le faltan, claro, pues ante semejante acumulación de proteínas no faltan en el yacimiento dinosaurios depredadores: allosáuridos, el grupo dominante de carnívoros de finales del Jurásico; que aunque no alcanzasen el mayor tamaño de los tiranosáuridos o otros grupos que llegarían bastante después, no dejarían de darnos bastante miedo en un encuentro cara a cara, a nosotros o al pobre Dryosaurus que aquí vemos, congelado eternamente en su huida.

El estado de conservación de los ejemplares de Tendaguru es en general muy bueno, y ha permitido a los paleontólogos inferir buena parte de lo que se sabe de los dinosaurios de esta época. Pero el Museo de Berlín alberga otra colección cuyos ejemplares, pese a ser algo más antiguos aún, presentan un estado de conservación todavía mejor. Una colección que, de nuevo, nos muestra un ecosistema complejo y completo; pero no uno repleto de grandes bestias capaces de pisarte sin darse ni cuenta, sino uno mucho más delicado y rico: el conjunto de bichillos con patitas, antenas, escamas... y plumas, que vivía en una zona marismeña alemana mucho tiempo antes de que Alemania se llamase así. Solnhofen...

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