jueves, 8 de diciembre de 2016

El cielo -nocturno- sobre Berlín (Go East, II)

 Aunque hace ya más de un mes de mi visita, en Berlín ya se hacía de noche demasiado pronto para un sureño (y para cualquiera con un mínimo de sentido, vaya). Pero estaba yo en modo turista y no era plan de recogerse en casa con las gallinas al caer el sol. Por no hablar de que, pese al frío, algunas cosas se disfrutaban de noche incluso mejor.

 Paseamos de noche varias calles, varios barrios; cada uno con su estilo, distintos entre sí y también según el cielo estuviese despejado o velado por la niebla que subía del Spree y los otros ríos de la ciudad. Pero, sin duda, de las cosas que más me gustaron fue la visita nocturna a la cúpula de vidrio del Reichstag.

 Un añadido como éste en un edificio, si no muy antiguo, sí de corte clásico, no deja de ser una apuesta arriesgada; pero que le saló bien al señor Foster (la Cidade da Cultura, ya tal): vista desde abajo no desdice, y cuando uno se acerca resulta de lo más atractiva.

 El pasillo en doble hélice que sube por sus paredes permite tener unas vistas bastante decentes de muchos de los monumentos de la ciudad; a mayores de que, al servir como zona de paseo, simboliza que el pueblo se sitúa sobre los políticos y tal y cual (estas cosas de los arquitectos... tampoco nos vamos a enfadar).

 Pero, en realidad, es la cúpula en sí el punto más interesante. No sé cuánto de verdad y cuánto de deseo habría en todo lo que nos contaba la audioguía sobre su eficiencia: que los espejos del cono central dirigen la luz hacia el salón de plenos, permitiendo ahorrar nosecuánto en iluminación; que el aire y el agua que pasan por dentro del mismo contribuyen a la vez a refrigerar y caldear el edificio, o algo así... historias de éstas. Pero espectacular, en cualquier caso.

 Y abajo a nuestros pies, en efecto, el parlamento desde el que las malas lenguas dicen que se gobierna Europa hoy en día...

Y otra cúpula para cerrar ya esta entrada, la del Sony Center, que cambiaba de color cada tanto y que cuando estaba así en azul me recordaba a Independence Day... veinte añitos ya, ¡ay!

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