jueves, 20 de octubre de 2016

El mentón de la leona

Leones de la cueva de Chauvet
 El secreto de los fósiles, un libro en el que Mauricio Antón (paleontólogo experto en felinos fósiles, y gran artista) explica cómo se las apaña para recrear el aspecto externo de las criaturas extintas a partir de los restos disponibles, es uno de los libros más entretenidos e instructivos que haya leído. Entre otras muchas cosas intereresantes, menciona el autor que, de no ser porque nuestros ancestros nos dejaron una "guía de campo del Pleistoceno" en forma de pinturas rupestres, no tendríamos forma de saber, sólo por los huesos, que los leones de las cavernas tenían la misma "barbilla" de pelo característica de parientes actuales y que no tienen otros felinos de cráneo por lo demás muy similar, como los leopardos. O que, en cambio, los machos apenas sí tenían melena... Es ciertamente un tema que te hace pensar un poquillo, el de las inevitables limitaciones inherentes a imaginar cómo eran de verdad los animales extintos.
Y me acordé inmediatamente del mentón de los leones al leer ayer un artículo que acaba de aparecer en Nature Communications. Os resumo la parte del contenido que me interesa comentar: a lo largo de los últimos cientos de miles de años, durante la sucesión reciente de periodos glaciales e interglaciales, los hábitats europeos han ido cambiando con el clima, y la fauna, lógicamente, con ellos. A partir de una serie de fósiles muy bien preservados y datados con precisión, los autores han podido demostrar cómo en el registro fósil europeo se van alternando, en función del clima, dos especies de bisonte: el bisonte europeo moderno y una especie extinta, el bisonte de estepa, precursora del bisonte americano. Lo gracioso vino cuando se dieron cuenta de que en realidad semejante resultado lo habíamos tenido desde hace bastante tiempo delante de los ojos: resulta que las diferencias en el estilo de pintar bisontes de las pinturas rupestres...

Del artículo que comento
... no eran, como se creía en Arqueología, fruto de distintas "escuelas pictóricas", por así decir, sino en realidad pinturas muy precisas, del natural, de la especie de bisonte que en aquel momento rondaba por fuera de la cueva: la datación de los distintos estilos de pinturas de bisonte, y de los restos reales de los mismos, concuerda a la perfección. Bien curioso, ¿no? Cada vez me admira más cómo, con apenas cuatro líneas, los "atrasados trogloditas" eran capaces de conseguir unos niveles de expresividad que para sí los quisieran muchos...

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