jueves, 21 de abril de 2016

20 de abril

Ya que de mi cuaderno de campo no hago caso, tendré que dejarlo escrito aquí: ayer día 20 llegaron los vencejos a Dijon, para alegría del que os escribe. Vi uno por la mañana camino del tranvía, pero aunque dominado por el ansia enseguida empecé a mirar a todas partes, no vi ninguno más. Pasé el día con miedo de que fuese sólo un adelantado, solo, camino de más al norte aún; pero al salir a correr por la tarde ya vi unos cuantos más, moneando altos en el cielo. Calladitos, eso sí: estos primeros que llegan son los reproductores experimentados, que no tienen que buscar ni pareja ni casa, y se dedican a cuidar de su hueco para que no se lo quite nadie, mientras esperan a que se asiente la primavera antes de empezar a criar. Ya dentro de unas semanas, cuando estén los adolescentes de vuelta, se montarán los carruseles...
Uno de los miembros del foro de pajareo de Galicia (sí, aunque resulte increíble, todavía existen las listas de correo), Porfirio, que tiene en su casa varias cajas nido para vencejos conectadas a webcams, y puntualmente comenta a qué se dedican "sus" aves, contaba hace unos días que había llegado a su caja el primero del año: que había entrado, se había atusado un poco las plumas, y se había quedado dormido. Dormido, aclaremos, por primera vez sobre una superficie sólida desde que abandonó ese mismo nido el año pasado, en vez de volando por ahí. Y comentaba que le estaba dando vueltas a eso, y a partir de eso a muchas más cosas, mientras miraba al bicho roncar en su nido... comentaba en definitiva que los vencejos le hacen a uno pensar. Y yo no podría estar más de acuerdo.

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