martes, 29 de marzo de 2016

Gitanadas

 Llevo mes y medio con una carpeta en el Escritorio con fotos de nuestra última visita a Monfragüe, el sábado antes de venir a Francia; mes y medio a la espera de tener tiempo y ganas (ganas, más bien) de preparar con ellas una entrada. Ocasión que se presentó ayer, cuando a la vista de las nubes empapadas de agua me acordé de la última vez que había salido al campo, en condiciones similares. Rescato pues ahora unas cuantas fotos del entorno del Salto del Gitano, que BiologoyBecario estaba lleno de fotos de Monfragüe y alguna habrá que poner en éste también...

 Los días fríos andan los buitres más perezosos, y aun sin madrugar en exceso llegamos desde Madrid con tiempo de sobra para estar en los miradores antes de que el rosario de rapaces fuese abandonando en fila Peña Falcón, prestos a dispersarse por los montes y las dehesas, a la búsqueda del ciervo u oveja que les llenase la panza aquel día.

 Me repito: día gris. Gris, pero iluminado por los colores y los cantos del cortejo de aves menores del Salto, ya fuesen los serines verdecillos Serinus serinus...

 ... o los roqueros solitarios Monticola solitarius, fieles a la roca donde me los taché hace casi nueve años, sin faltar ni una sola de las muchas veces en que he visitado el Parque. Me pregunto si todos los roqueros que he visto en el Salto del Gitano serán familia: si los de ahora serán hijos, nietos, bisnietos o lo que toque de los primeros que vi, o tal vez incluso aún los mismos.

 También siempre en el mismo sitio, pero cambiando al compás de las estaciones, la charca de la ladera de la umbría, tapizada al final del invierno con las rosetas apicales de hojas de los tallos de la Callitriche brutia, como una alfombra de pequeñas palmeritas entre las que asoma de vez el cuando el morro de algún tritón en busca de aire.

 Y si saco en esta entrada alguna planta, en honor a la estación no puedo dejar de sacar también algún narciso (éste, Narcissus triandrus). Hay tantos plantados esta primavera en los pequeños jardincillos de las casas de Dijon que casi se han vuelto vulgares, casi se me ha gastado la gracia de estar esperando verlos aparecer cada primavera, buscando  su reflejo embelesados y cabizbajos... pero sólo "casi".

En cambio no hay de estas flores en Dijon, no hay riesgo de que se me gasten las ganas de volver a salir al campo con ellas :-) ¡Gracias por este último recuerdo de antes de partir!

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